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Foto: Ben Salomon/Autralian Open |
Roger Federer (17°) derrotó a Stan Wawrinka (4°) por 7-5, 6-3, 1-6, 4-6 y 6-4 para meterse por sexta vez en la final del Australian Open, lo que es la definición número 28 a nivel de Grand Slam para el maestro suizo, que espera por Rafael Nadal o Grigor Dimitrov.
La decisión de parar hasta el 2017 luego de caer en las semifinales de Wimbledon ante Milos Raonic fue un simbronazo para los fanáticos del tenis y en especial de Roger Federer. El 2016 fue un año oscuro para el suizo, que afrontó una lesión en la espalda y además tuvo que someterse a una operación en una de sus rodillas.
Volvió en la Copa Hopman, en la que jugó tres singles, ganó ante Daniel Evans y Richard Gasuquet pero cayó con Alexander Zverev. Luego de 14 años salió del Top 10 y llegó al Australian Open como número 17 del mundo, pero con la magia y las ganas intactas.
Cuando se sorteó el cuadro resultó complicado. Dos clasificados en las primeras dos rondas, pero Tomas Berdych (10°) asomaba en tercera ronda, Kei Nishikori (5°) en octavos, Andy Murray (1°) en cuartos de final, Stan Wawrinka en semifinales y la final ante Novak Djokovic (2°), todo en un hipotético caso pero.. no fue así. Las prontas despedidas del británico y del serbio le abrían un poquito la puerta de la esperanza a Federer, que todavía tenía que seguir avanzando.
Fue cómodo y muy sorprendente triunfo ante el checo, exigido partido ante Nishikori -el cual ganó- y en cuartos, Mischa Zverev, que eliminó a Murray. En semifinales, Wawrinka, al que superó en cinco sets también. Fue una odisea. Con 35 años y seis meses de ausencia en el circuito, está en una nueva final de Grand Slam, la número 28° de su carrera y la sexta en el Abierto de Australia.
Su partido ante Wawrinka fue sensacional en los primeros dos sets. Si bien fue un encuentro parejo, Federer supo manejar la presión y golpear en los momentos justos -quebró en el 5-6 para ganar la primera manga- pero luego se desconectó y perdió los dos siguientes parciales. En el último set Stan parecía más concentrado que nunca, pero en el bendito séptimo game, una doble falta le entregó en bandeja el game al ex número uno del mundo, que no perdonó, confirmó el quiebre y lo demás es historia.
Roger Federer espera por Rafael Nadal o Grigor Dimitrov, que jugarán en un par de horas pero todo el mundo del tenis quiere ver nuevamente el clásico de la era moderna de este deporte que todos amamos.
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